01 octubre 2006

EL ENCUENTRO

Habíamos quedado a las 9 en el hotel para ir al Comité, similar como dijimos al Ministerio de Educación. Allí tendría lugar el informe oficial del menor y la firma de la asistencia y visita del mismo. Estábamos muy nerviosos. Era la misma sensación que se tiene cuando esta aún cerrada la puerta del aula de un examen. Mente en blanco, hormigueos en las manos, piernas inquietas.... Entraron primero Rafa y María. Los 10 minutos se hicieron eternos. Pablo dormitaba en su carro mientras nosotros no dejábamos de mirar a la puerta,...hasta que se abrió.
Lo primero que vimos fue su foto en el expediente, realizada en septiembre de 2005, con 8 meses. La foto de un bebé. Me alegré de que no nos la enviaran antes. No nos decía nada y nos hubieramos creado expectativas en España que no nos hubieran llevado a ningun sitio. Una funcionaria nos leyó su historial médico, fecha de nacimiento, historia -lo que se sabía- de sus padres biológicos. En realidad, ningún dato nuevo porque los sabíamos y no nos aportó nada. Firmamos y nos fuimos a la casa cuna.
Nos llevaron a una sala de juegos. Era bonita, de unos 15 metros cuadrados. Alfombra en el suelo, pequeña piscina de bolas, espejo alargado de pared y juegos varios para niños -pelotas, bolos, aros,muñecos,...-. Llegó el jefe médico. Un sieso para verlo -de hecho, la traductora aprendió el significado de esa palabra con este vivo ejemplo- con un bigotillo de tres al cuarto. Le di la mano, por cortesía y porque él sabía que éramos compañeros. Ni me miró el tío. Menos mal que no tengo que trabajar con él. En su línea de tío estirao, leyó el informe médico: dermatitis, bronquitis, alergias alimentarias, hipoxia neonatal -eso ya nos habían dicho que se lo ponen a todos; los rusos no dan en adopción niños sanos y tienen que ponerle este diagnóstico para que "cuele"-. Ingresó en la casa cuna el 16 de Noviembre. Le interrumpí para preguntarle que qué había ocurrido en los 10 meses desde su nacimiento y fue entonces cuando me contó lo del tiempo en el hospital. Me quedé helado.
Mientras el médico contaba estas cosas tan importantes, a Pablo le entró gana de hacer caca. Esto lo cuento porque todo el mundo sabe que a los niños les da ganas de hacer pipí o caca cuando menos conviene y no se si Pablo encontrará en su vida mejor momento para ello. Se lo recordaremos siempre. Inma se fue con él y yo me quedé con el sieso.
Cuando Pablo regresó, al poco y mientras yo bombardeaba con preguntas al médico, una cuidadora entró con Álvaro. El corazón nos dio un vuelco. Inma dijo: "ahí está". Entró andando y comenzó a llorar al llegar. La cuidadora le dio una galleta y se calló -él siempre se calla con la comida-. En ese momento miré a Inma y , al verle la cara, supe que Álvaro era para nosotros.
Esto es bonito, pero real.
Yo mandé al médico al carajo y me fui directo hacia él. Error porque estos niños no ven habitualmente a hombres y comenzó a hacer pucheros. Pero ahí estuvo su madre, que lo cogió y comenzó a cantarle dos temas clásicos de la discografía infantil:la canción de los tele-tubbies -mítica- y "El barquito de papel". A Álvaro debieron gustarle a pesar de que mi esposa tiene un tono particular y se serenó -gran momento materno, vellito de punta-,
Fue entonces cuando comenzamos nuestra estrategia sabiamente diseñada, pero ni le gustaron los pastelitos Martínez -en los siguientes encuentros los devoró- ni el zumo de manzana. Yo me acordé de Victoria, del capitulo del blog y de sus castas. Comenzamos a jugar con las bolas, los bolos, y al rato, abrazado a Inma, se durmió.La imagen no podía ser más bonita.
Mientras, Pablo y yo jugábamos alegremente y nos revolcábamos por la alfombra. Álvaro nos miraba pensando que estábamos locos,pero lo pasamos muy bien.
Era ya la hora de su siesta y aparecieron dos cuidadoras que se lo llevaron. El encuentro sólo duró media hora,pero Inma y yo nos quedamos bastante relajados después. Habíamos conocido a nuestro hijo y no había ido la cosa muy mal. Nos sorprendió que era un "pepón" y no un enclenque. No nos gustó su dermatitis y su falta de cuidados al respecto. Pero ahí estaba ya Álvaro, tratando de hacerse un hueco en nuestra vida.

No hay comentarios: