28 enero 2007

Nieve española

Hoy hemos subido a la sierra, a la Fuente del Hervidero. Álvaro se ha sentido como pez en el agua en su ambiente natural, la nieve. Si todos los niños han disfrutado, lo de Álvaro ha sido impresionante. Revolcones, bolas volando, caídas y risas. No ha echado de menos a la nieve rusa, pensamos.


24 enero 2007

Comiendo solitos



El 6 de diciembre comenzó tras 12 horas de sueño por parte de Álvaro, con un solo despertar nocturno. Un crack. Hoy mismo lo he despertado tras más de 13 horas de sueño. La verdad es que luego se nota que tiene las pilas cargadas el muchacho. Desyunó solo esas "gachas" de horrible aspecto y olor nauseabundo y le encantaron - a los rusos les gusta mucho eso, en fin. Supongo que a ellos les darán asco otras cosas nuestras-. Así que se puso morado. Y de aquí, al centro comercial, ya que a Manuel le estaba todo grande y ya aprovechamos nosotros y le compramos una camisa, que las de Pablo le estaban chicas.


Llovía esa mañana, y allí que fuimos en autobús al centro con los niños. Un poco caótico. Y sin carros, y con caminatas , y con el Alvarete pesando un quintal. Así que me lo subí a los hombros,...y, bueno, aguantó bastante rato. El centro, gigante, y compramos las cosillas mientras los niños correteaban flipando entre ropas, luces navideñas y pasillos llenos de brillo. No hay que olvidar que no habían pasando de las paredes de la casa cuna hasta ese momento.


A la vuelta, fuimos a comer al hotel. Un espectáculo para el público asistente como los niños tan chicos comían solos. La gente se paraba a verlos, porque la verdad es que era espectacular. Después, siestecita que se echó con su madre mientras Rafa y yo negociabamos los últimos cabos con Marina...yo ya me entiendo.


Por la tarde, al aeropuerto porque dejábamos la ciudad de los zares para ir a la capital. El vuelo fue corto, de una hora, pero complicadillo. A Álvaro el Baby Bach no le interesaba -ahora le mola mucho- y dijo que no, que el no quería lo del avión. Así que aguantamos el tirón como pudimos y...llegamos a Moscú.


Allí nos esperaba Anna, una intérprete que nos condujo al Hotel Ucraína. Espectacular, de cientos de habitaciones, con gente por todos lados de todos los lugares, con clientas similares a las del hotel Moscú... y con una habitaciones un tanto anticuadas, de techos altas, poco confortables, les hacía falta una reformita, vaya. Cenamos el clásico jamón y queso envasado con palillos mientras Álvaro se quedó finalmente dormido en la cama tras no cenar - los potitos no le entraban y la leche tampoco - y pusimos el canal internacional para ver algo de nuestra añorada España.


Y así transcurrió el día de la Constitución más raro de nuestra vida.

21 enero 2007

La primera noche

Cuando llegamos al hotel, a eso de las 9 de la noche, teníamos claro lo que íbamos a hacer:BAÑARLO. Era una experiencia nueva, ya que nos habían comentado que en la casa cuna los bañaban con vapor, así que tal vez era su primer baño. Nuestras expectativas se cumplieron y fue un caos. Gritos, pataletas,... quién nos lo diría ahora, que ve la bañera y hay que detenerlo para que no se tire de cabeza. Fue rápido, visto lo visto, y le pusimos un pijama de Pablo. Qué diferente era ver a uno y a otro con el mismo pijama!!.
Tras el baño se quedó tranquilo en la cama, jugando con las ceras y sin moverse mucho - algo distinto a la realidad, vamos-. Se tomó un Actimel, no quiso ningún potito ni nada por el estilo -y eso que lo habíamos calentado en una cafetería fuera del hotel-. Como seguía tranquilo, cenamos nuestro jamón y queso envasados y poco a poco se quedó dormido en la cama. Demasiadas emociones. Lo echamos a la cuna y todo fue bien.
Tuvo un despertar nocturno. Lo cogimos, ya que chillaba mucho, y se durmió en brazos. Al acostarse realizó unos llamativos movimientos estereotipados de los que desconocemos el origen. Durmió mucho y fue una buena noche en general.
Hoy sigue durmiendo entre 11 y 12 horas del tirón. Un lujo.

Saliendo de la casa cuna,en imágenes



Las fotos corresponden a la foto de los tres en la Sala de Música, la salida con Marina -momento momento- y a Inma y Álvaro en el coche de Yuri. Para la historia

18 enero 2007

Saliendo de la casa cuna.

Una vez que vestimos a Álvaro, nos fuimos de nuevo a la sala de música. Teníamos que esperar a Rafa y a María, que venían de la otra casa con Juan Antonio a recoger a Manuel, así que había casi dos horas por delante, con Álvaro sin dejar de llorar. Pero no nos vinimos abajo, así que volvimos a utilizar toda nuestra artillería para que se sintiera cómodo. Sacamos los animales que llevábamos, juegos, las pompas de nuevo...en esos momentos desconocíamos que Álvaro no sabe jugar. Nadie, pensamos, ha jugado nunca con él y no es capaz de centrarse con ningún juego. Ahora lo sabemos y aún nos cuesta este aspecto. Todo cambió cuando llegó la hora de la merienda. Un potito de fruta de Hero, el primero que tomaba en su vida, cambió la historia. Se lo tomó del tirón, fliplando y pidiendo más. Así que le dimos un Actimel. De momento, no se lo tomó, le supo raro -nunca había tomado lácteos-. Se nos ocurrió dárselo en el potito vacío...y se tomó el Actimel. Todo un triunfo.
Su madre tomó cartas en el asunto. Le echamos colonia -hasta el baño no podríamos quitarle ese olor de la casa cuna- y le pusimos raya a un lado. Finalmente,llegaron Rafa, María y Juan Antonio, recogimos a Manuel y nos fuimos.
Nos íbamos de la casa cuna. Por fin. Nada de nostalgias, por favor. Nos íbamos por fin de ese lugar que nos había aportado ninguna sensación positiva. Allí encontramos a Nikita y nos íbamos con Álvaro. Por vez primera nuestro hijo salía de ese recinto. Él no era consciente, obviamente, de de la trascendencia del momento. Nosotros si. Sabíamos que en su vida, desde entonces, tenía un antes y un después. Su vida y la nuestra. El taxi de Yuri nos conducía a un destino incierto para todos, arriesgado, pero lleno de ilusiones y esperanzas en una vida mejor para él. La ternura con la Inma llevaba en brazos en el taxi a Álvaro no se podrá nunca borrar de mi memoria ni se diluirá la emoción que sentí.
Álvaro veía el exterior por primera vez, las iluminación de las calles de su ciudad. El sol de Andalucía no tardaría en llegar.

17 enero 2007

Yuri



El llanto de Álvaro no cesaba. Tal vez se olía algo, el cambio de ropa le habría afectado,... no sabemos. El caso es que nos veíamos impotentes para calmarlo. No funcionaban las estrategias de otras veces. Fue entonces cuando Yuri, que estaba en una esquina sentado en un sillón, comenzó su actuación.
Yuri, de unos 65 años, el taxista que nos llevó a la casa cuna, estaba descalzo en la sala. Se había quitado tranquilamente los zapatos en la moqueta con toda comodidad ante nuestra perplejidad. Viendo el cariz que los acontecimientos tomaban, saltó a la moqueta y con unos muñecos comenzó a hacer pamplinas para distraer a Álvaro. Luego, unos coches; después, un balón...se portó como un gran abuelo echándonos una mano con la tarea.
Le tuve que pedir que posara. Fue un momento mítico.

16 enero 2007

La recogida







El 5 de diciembre nos levantamos tarde. La mañana se presentaba sin mucho ajetreo. Nuestro único cometido era ir a solicitar los pasaportes de los niños en la comisaría...o lo que aquello fuera. Funcionarios similares a los nuestros, con sonrisa encantadora ...en su casa, nos atendieron y nos dieron unos folios para ir cumplimentándolos. Acabada la misión, nos fuimos de nuevo a la pizzería de al lado del hotel Habíamos quedado a la una, ya que a las 4 íbamos a recogerlos. El almuerzo fue tenso. Nos costaba trabajo controlar los nervios. En pocas horas tendríamos para siempre a nuestro hijo. La aventura comenzaba de verdad y el miedo a lo desconocido, a las reacciones, a la primera noche,...que estrés. Comimos como pudimos y nos fuimos a descansar a la habitación.


A las 4 ya era de noche. Hicimos el viaje con Yuri, el taxista del día. De noche, con frío, atascos, el viaje se hacía interminable. De hecho, tardamos una larguísima hora en llegar por última vez a la casa cuna.


Más de un mes después, revivir estos momentos vuelve a ponerme un nudo en el estómago y parezco revivir los intensos nervios de esos minutos.


Ese día la casa cuna olía intensamente a pintura, ya que estaban dando unos toquecitos a algunas salas. Lo agradecimos mucho. Preferíamos ese profundo olor al horrible habitual.


Nos llevaron a una sala en la que no habíamos estado nunca. Era muy pequeña y nos llevaron allí a Álvaro. Nos ordenaron -fue así- que le quitásemos la ropa y le pusiésemos la suya. Su llanto no cesaba de escucharse. Era muy agobiante. Fue duro comprobar que, efectivamente, no tenía pañal, y tenía sus ingles, escroto, glúteos, completamente "picados". No merece la pena dar más datos.


Nos sorprendió que la ropa de Pablo no le estaba. Tuvimos que quitale la camisa y dejarlo con el jersey, que dificilmente le entraba. El llanto siguió practicamente la media hora que estuvimos en esa salita. No había forma de consolarlo.
En la foto podemos observar como Álvaro sigue llorando cuando una cuidadora lo saca de la pequeña habitación en la que le cambiamos de ropa. Al fondo, la alfombra en la que nos revolcamos tratando de hacer cualquier cosa para que se tranquilizase, aunque no conseguimos nada.

02 enero 2007

Feliz año nuevo







A todos los que habéis ayudado a hacer posible esta historia, con el apoyo permanente que hemos sentido en el 2006, os queremos desear que el 2007 os traiga en cada momento lo que necesitéis. Ojalá en este año que comienza todos nuestros niños crezcan tanto en tamaño como en felicidad y vean en sus padres ejemplos y modelos a seguir. Un reto por el que merece la pena el esfuerzo.