26 septiembre 2007

EPÍLOGO



Hoy hace un año que conocimos a Nikita. Aún está fresco en la memoria y en la emoción lo vivido aquel otro veintiseis de septiembre. Los nervios en el comité, la primera foto en aquel impreso, la primera lectura de sus antecedentes, el primer viaje a la casa cuna, el olor...; el sieso del médico, las ganas de hacer caca de Pablo, el recuerdo de su primera imagen cuando la cuidadora lo trajo, su llanto intenso -ahora tan cercano y familiar- sus pasos torpes y ese primer sueño en los brazos de Inma. Ella dice que nos engañó el primer día, y la verdad es que, entre risas, no recordamos ni una sola vez en la que se haya vuelto a quedar dormido en brazos.


Mañana hace un año que este blog se rompió en visitas de amigos y familia que querían ver deseosas las primeras fotos de Álvaro. También aquello fue tremendamente emotivo. Mi inglés macarrónico, Pablo e Inma en el hotel y yo en aquel ciber del centro de San Petersburgo comprobando emocionado como la idea de José Ramón podía realizarse, subiendo las fotos para que todos pudieran verlas. Ese blog lleno de comentarios de ánimo y emoción que ahí están , para la posteridad, y que nos hicieron llorar como niños a nuestra llegada.




Paradojicamente y sin tenerlo previsto, hoy nos han realizado el segundo seguimiento, que ha servido para hacer balance. En realidad, todo lo hemos comentado en estas páginas y poco más hay que añadir. El trabajo no había hecho sino comenzar el 4 de Diciembre y continua. Los primeros seis meses no los olvidaremos nunca por la dureza que supusieron para los cuatro. Para él, por lo que significaba el cambio de idioma, hábitos, hogar, comidas....y aprender a saber qué es una familia. Para Pablo por tener un compañero obligado que le desestructuró todo lo que tenía alrededor, desde su casa de animales -para la historia el zapato de Álvaro en su ordenadísima casa de animales- hasta su mundo afectivo. Para nosotros porque hemos tenido que aprender sobre la marcha a tener dos hijos que se pelean, que no se entienden, a intentar manejar las rabietas de Álvaro, sus actitudes muchas veces incomprensibles...




Pero en este año hemos crecido todos, y no solo en lo físico. Inma y yo nos hemos fortalecido mucho, sin duda. El proyecto en común que formar esta familia tiene no se sostendría si no fuera por eso, por compartir alegrías, dificultades, momentos oscuros y salir a flote los dos. Pablo y Álvaro hoy son mucho más maduros también; se aceptan, se respetan, y desde hace no mucho tiempo....hasta juegan juntos!! -bueno, eso sólo a veces-. Esta familia es, sin duda, mucho más rica que hace un año.




Aún queda por trabajar muchísimo, pero, hoy por hoy, como una familia "normal", con las dificultades con sus hijos habituales. Pasados esos meses la vida nos ha colocado como al resto, y seguir este relato carece ya de sentido en cuanto a la especificidad con la que nació.




Recordaré toda mi vida la experiencia de escribir esta historia durante este año. Si bien en ocasiones traté de informar de lo que pasaba, la mayoría de ellas el teclado de mi portátil se convirtió en la expresión de lo que llevaba dentro, en la traducción de lo que mi espíritu me hacía sentir. Han sido muchas noches contando una historia que, como he dicho otras veces, está escrita para que Álvaro y Pablo un día sean capaces de conocer lo que pasó en sus vidas. Lo que hicimos fue hecho con todo el cariño del mundo y, como todos los padres, con la mejor de las intenciones a pesar de las veces que nos habremos equivocado.

Gracias a todos los que habéis estado ahí tanto tiempo y seguís estándolo.

Gracias a mis hijos porque me hacen crecer con ellos

Gracias a mi esposa, artífice principal de esta historia, mi alegría.

Doy gracias a Dios por permitirnos vivir la aventura de ser padres.

17 septiembre 2007

Disfrutando en la arena

Ecos de un verano en Andalucía

Ayer me decía alguien que llevaba unos 6 meses sin ver a Álvaro que estaba totalmente integrado, que la situación era muy distinta a la que había podido observar en aquella ocasión. Por la noche, viendo el España-Rusia de baloncesto, encuentro que desde hace unos meses ve uno con distinta óptica que antes, comentaba Inma que a Álvaro ya no le queda de ruso absolutamente nada. La verdad es que, salvo el intenso rubio de su pelo y sus preciosos ojos azules, poco queda ya de aquel ruso que conocimos hace 355 días en un frío parque de San Petersburgo. Aquella frialdad, en la temperatura y el ambiente, ha quedado para siempre sustituida por una calidez que difícilmente podría imaginar tan interante personaje.
Y lo tampoco podría imaginar es su capacidad de disfrute con las olas, arenas, piscinas...y aire libre en general. Si alguien ha querido disfrutar viendo a un niño feliz ha podido hacerlo viendo a Álvaro cualquier mañana en la piscina, tirándose a la arena o revocándose en la misma.
No se por qué, pero tengo la sensación de que a este ruso -aún sigue siéndolo, ya que tiene doble nacionalidad- le gusta el verano en andalucía.