08 octubre 2006

Paseando por la Casa Cuna


La casa cuna número 1 de San Petersburgo está alejada del centro de la ciudad y para llegar a ella se accede por una callejas con poca claridad, para finalmente desembocar en el edificio. Una amplia verja la separa del exterior. El primer día, cuando llegamos, fue emocionante ver al fondo a un grupo de niños con su cuidadora que nos saludaban. ·"Tal vez uno de ellos sea él", pensamos. En el hall ya se enfrenta uno a su principal característica: el olor. Un olor profundo, penetrante, que queda impregnado en la ropa hasta horas después de irte. Un olor a institución, mezcla de humedad y comida de gran grupo. Un olor que llega a producirte molestia al besar a tu propio hijo, porque acabas detestándolo. Un olor que, a medida que pasan los días es capaz de provocarte la naúsea y de desear no volver más.
El hall tiene sillones antiguos, deteriorados por el paso del tiempo. Un gran cuadro con una foto del jardín en un día gris, con varios desconchones provocados por la humedad, domina la sala. A continuación, los pasillos. Altos, estrechos, húmedos, conducen a las cocinas, habitaciones, dormitorios,... cuanta vida triste encierran esos pasillos.
Por lo que nos han contado, esta es la mejor casa cuna de la ciudad. Al parecer, los ingresos en concepto de adopción han servido para reformar la sala de juegos, crear una sala de fisioterapia y otras mejoras. Algunos que adoptaron hijos hace años se encuentran sorprendidos porque ha mejorado. A nosotros nos pareció muy triste y en algunos momentos muy desagradable. Los jardines rodean a la casa y en ellos hay viejos toboganes, columpios un tanto destartalados y rutas para caminar, la vía diaria de contacto con el exterior de los niños.
Éstos se levantan a las 7. Desayuno y paseo. En él, los niños caminan y juegan con la tierra, algunos juguetes que se llevan , utilizan el tobogán,... Las cuidadoras miran. No las vimos jugar con ellos. Tampoco nos comentaron que hicieran alguna actividad tipo "clase" -fichas, pintura, juegos, lectura,....- lo que nos hace pensar que los "acompañan", simplemente. A las 12, almuerzo -todos los niños comen solos, eso es impresionante e impensable en nuestra cultura de "toma una cucharadita" ,y comen todos estupendamente-. Después, tres horas de siesta. Según pudimos ver, algunos duermen y otros no, pero allí se quedan sin protestar. Gran sala con numerosas camitas todas juntas. Merienda a las tres y media, nuevo paseo, cena a las 8 y a dormir.
Hay 120 niños, con una cuidadora por cada 10. Cocineras, médicos , enfermeras,...
El contacto con los niños es impactante. Sus edades oscilan entre uno y cuatro años. Están siempre por grupos y los más mayorcitos te buscan con ansiedad. Se lanzan a ti, tienen a veces sonrisas estudiadas, tratan de "camelarte", en una palabra. Saben que, de vez en cuando, uno de ellos se va con "papá" y "mamá", como allí también les dicen. Cuando ven pasar un avión, lo saludan y les dicen que allí va el niño que se ha ido. Tuvimos la sensación de que te buscan para que les saque de allí, para que les des otra oportunidad. Es duro. Sólo faltaba la caña de pescar y ... piquen que nos vamos.
Estuvimos también el la casa cuna de Dimitri. Esta era aún más tremenda. Además, los niños eran mayores y la ausencia de calcio en la dieta ya había hecho mella, nunca mejor dicho, en sus dientes, dando a veces un aspecto sorprendente y nada agradable, por cierto. Destacamos un detalle que nos sobrecogió. Los síndrome de Down, aún en estas condiciones, formaban un grupo aparte. Incluso allí forman un gueto. Muy fuerte.
Ya hemos comentado en alguna ocasión que el viaje ha sido duro. Recordar la casa cuna y a sus pequeños habitantes nos produce la sensación de haber participado en una película de ficción y que nuestra realidad está a miles de km de ella. Y la verdad es que esto último - y no me refiero a km de distancia física- es cierto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por fin he podido ver el blog, me ha encatado.Teneis unos niños preciosos y espero que nos lo pasemos muy bien todos juntos y juegen mucho con los míos. Vereis como todo sale de maravilla. Un besote para los cuatro