23 diciembre 2006

El juicio



Éramos conscientes en la mañana del 4 de Diciembre que al final del día Álvaro ya sería nuestro. Sabíamos que lo del juicio era un simple trámite, pero había que pasarlo. Estábamos citados a las 13 horas. Nos levantamos tarde, nos dimos un paseo por los alrededores del hotel y nos fuimos para el juzgado. La primera sorpresa fue ver la puerta. El juzgado está en una calle cualquiera, y parace una puerta cualquiera. Es más , es una puerta cutre, corrompida, con una triste placa al lado. La puerta del juzgado de San Petersburgo. No entramos de momento. Había un retraso de un par de horas y nos fuimos a tomar algo a una de las pastelerías más famosas de la ciudad. En torno a las tres de la tarde, y cuando ya oscurecía, nos volvimos. El interior era impactante: paredes desconchadas, mobiliario deteriorado, cables por las paredes, lámparas al borde de caerse, armarios de la postguerra en los pasillos ,...no dábamos crédito. Qué fuerte.
La sala del juicio ya era otra cosa. De hecho, daba la impresión de estar recién remodelada: muebles nuevos, olor a madera reciente, ... de unos 3 metros cuadrados, dejaba a la jueza al fondo, al lado la secretaria, y abajo a la derecha nosotros, Inna en el centro, Inma a su derecha, yo a su izquierda, a la izquierda la representante del ministerio,la del comité y el médico, y delante nuestra y a la derecha, la fiscal. Por cierto, que con su traje azul -de fiscal, supongo- parecía todo menos una fiscal, hasta tal punto que hasta que habló al final yo no tenía ni idea de quién era.
Entraron primero Rafa y María. Tardaron unos 40 minutos. Después, nosotros. Una vez dentro, esperamos unos minutos a que llegara la jueza. Nos pusimos de pie al entrar y ...comenzó el jucio. Inna traducía con una rapidez vertiginosa lo que decía la juez. Primero dimos nuestros datos, dirección , profesión,...y nos íbamos levantando Inma o yo según el caso.
A continuación, el discurso, del que ya hablaré. En plena disertación estaba cuando se fue la luz en el juzgado. Sólo nos iluminaba la luz de la calle, la de las farolas, y estábamos entre sombras. Profesionalmente, continúe mi exposición sin inmutarme. Tras el bombardeo de preguntas de la juez, fue el turno de cada uno de los presentes, que leían sus documentos...con la luz del móvil!!! Acojonante el momento. Así, el médico leyó el historial de Álvaro con su móvil, como la del ministerio, la del comité....Antes, la juez me dijo que si tenía inconveniente en continuar así, a lo que le respondí que me parecía idóneo el íntimo ambiente creado para lo que estábamos haciendo.
Fue emotivo ver cómo se leía la historia de Álvaro desde el principio, su abandono, su estancia hospitalaria, la ausencia de requerimientos, sus bronquitis,...su soledad. Y vimos cómo su vida se cruzaba en ese momento con la nuestra, sabe Dios por qué, en un lugar tan lejano, en la otra punta del mundo, con dos personas anónimas, normales, desconocidas para él...y la vida nos cruzaba para continuar el resto de la misma unidos. Era una trascendente sensación que pocas veces he tenido, algo parecida al "click" que sentí cuando Pablo nació y supe que mi vida nunca sería igual.
Antes de acabar, solicitamos la sentencia inmediata -algo que sólo esta jueza hace en la región y que significa que podíamos irnos inmediatamente y no esperar varios días para un posible recurso- "Untados" todos, la primera claramente ella, fueron diciendo que les parecía estupendo que nos concediesen la sentencia. Hasta la fiscal se mojó en sus argumentaciones. Así que, tras dos minutos de deliberación, la jueza confirmó que Álvaro Cabrera Mendoza pasaba a ser hijo nuestro. Que emocionante. Inma y yo nos dimos un abrazo....éramos padres de nuevo.
Corriendo, al registro. Marina consiguió que todo el personal, ojo, todo el personal, trabajase una hora más, hasta las 7, para que tuviésemos la posibilidad de hacer factible el registro de Álvaro. Así lo hicimos y con los papeles oficiales no fuimos muy contentos al hotel en la última noche sin él.

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