01 noviembre 2006

Hasta pronto


La última mañana, la del día 29 de Septiembre, no sólo hablamos con las cuidadoras, sino que fue la última que estuvimos con Álvaro. Pedimos estar solos, ya que estar con más niños ya dijimos que no era fácil. En esta ocasión lo enganchamos con una piruleta, que le gustó mucho -eso ya no era noticia-. Jugamos con él en la sala de juegos, donde lo conocimos el primer día. Las pelotas, los coches, fueron nuestros entretenimientos. Mientras, Pablo jugaba en la piscina de bolas encantado de la vida y trataba de hacerse a duras penas con el hula-hop. El móvil fue de nuevo un alido con sus sintonías y los dos se pusieron como sombrero -al igual que Dipsi- la cesta de las pelotas. Fue divertido. Le dimos como regalo el muñeco que llevábamos, pero fue un poco fiasco, porque no le hizo ningún caso. En realidad, lo que le gustan son las cosas que suenan y juguetes con movilidad y color, como a los bebés.
La despedida no fue demasiado dura. Estábamos mentalizados de que era así desde hacía meses y en esos cinco ratos realmente no te da tiempo a forjar demasidos afectos, así que lo llevas bien.
Ahora, casi un mes después, tenemos muchas ganas de volver. No por ir a Rusia, que no tenemos ninguna gana, sino por acabar de una vez y traernos a Álvaro y comenzar nuestra nueva familia. El tiempo se nos hace duro y cada día que pasa es un día menos con él y se retrasa el llevar a cabo nuestro proyecto. Y un día menos que te pierdes de su evolución. Pero ya queda menos.
En la foto, al fondo Marina tratando de tener todo bajo control y Pablo como testigo de excepción del momento. Por cierto que cada noche antes de dormir Pablo le manda un beso a su hermanito Álvaro y le dice que venga pronto. También dice que la casa es donde viven "papá, mamá, Pablo y Álvaro". Ojalá esta armonía se mantenga siempre y podamos disfrutar pronto de nuestra nueva familia.

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