17 enero 2007

Yuri



El llanto de Álvaro no cesaba. Tal vez se olía algo, el cambio de ropa le habría afectado,... no sabemos. El caso es que nos veíamos impotentes para calmarlo. No funcionaban las estrategias de otras veces. Fue entonces cuando Yuri, que estaba en una esquina sentado en un sillón, comenzó su actuación.
Yuri, de unos 65 años, el taxista que nos llevó a la casa cuna, estaba descalzo en la sala. Se había quitado tranquilamente los zapatos en la moqueta con toda comodidad ante nuestra perplejidad. Viendo el cariz que los acontecimientos tomaban, saltó a la moqueta y con unos muñecos comenzó a hacer pamplinas para distraer a Álvaro. Luego, unos coches; después, un balón...se portó como un gran abuelo echándonos una mano con la tarea.
Le tuve que pedir que posara. Fue un momento mítico.

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