20 junio 2007

Reflexiones: Títeres

Estoy leyendo el blog. Nunca lo había hecho del tirón y he dedicido que la distancia que el tiempo me otorga y el paso de los acontecimientos me iban hacer tener una visión más objetiva al hacerlo ahora y no antes. Y su lectura me hace reflexionar mucho.

Revivo la ilusión del primer viaje. Los horribles trámites administrativos -que por cierto, no terminan porque hoy mismo me envían el informe del primer seguimiento que hay que traducir y legalizar con la embajada rusa- horribles daban paso a la ilusión y las ganas. Y contemplo con pena como fuimos simples piezas de ajedrez en la jugada que nos tenía diseñada nuestra mediadora. Nuestro entusiasmo, nuestro miedo, nuestras dudas, fueron muy bien conjugados. "Marina tiene mucha psicología", nos dijo alguien. Y que gran verdad. Nuestra tibieza, por ejemplo, con el tema del niño o niña, hizo que actuase a su antojo manejándonos con el capote en los primeros embites. Otros, con una experiencia que ahora tendríamos, fueron más firmes y se llevaron el gato al agua. En "la reunión" dijo a cada uno lo que tenía que decir. Viéndolo con la perspectiva de 9 meses, hoy nosotros tenemos un niño "muy bueno" , algo que repetía hasta la saciedad - y es cierto que lo es, pero se lo decía a todos-; los malagueños los dos niños que ella quiso y que con miles de tretas -entre las que nos incluía a nosotros- y actos histeriformes les acabó "colocando"; los marbellíes una niña de 13 meses - conseguida al mes de nuestro Álvaro y eso que no había niñas- y nuestros paisanos una niña de un año -y eso que no había menores de año y medio-.

Es cierto que nosotros fuimos tibios en ocasiones. Desconocíamos el terreno, desconocíamos -o eramos unos grandes pardillos- el poder del dinero, teníamos miedo al cierre de la adopción -ja ja, Marina se iba a jubilar en navidad y sigue dando niños como siempre-, y, como tantas veces, íbamos de buenos por la vida. Y , habilmente, pues eso.

Esto no quiere decir que no estemos contentos ni satisfechos. De sobra sabemos que Álvaro está aquí porque éramos la familia que el Señor le tenía preparada, porque, no sabemos por qué, él ha sido elegido para desarrollar su vida en este lugar del mundo y en esta que es ya su casa de todas todas. Pero eso no quita el sentimiento de títere que se te queda.

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